Me cuesta comprender mis emociones, ¿debería ir a un psicólogo?

¿debería ir a un psicólogo?

Existe una lista de más de 250 emociones que definen los momentos por los que una persona común puede atravesar a lo largo de su vida.

Tengo dudas acerca de mis emociones ¿Debería acudir a un espacio terapéutico?

Existen muchas opiniones respecto a cuáles son las emociones básicas y cuáles son secundarias; Myriam Muñoz Polit enumera una gran cantidad de emociones que nos dan información valiosa acerca de lo que pasa en nuestro entorno y de cómo reaccionamos frente a ello.

También existen sentimientos que al llegar a cierto grado de intensidad, nublan nuestra experiencia y pueden atraparnos en un círculo vicioso que genera sufrimiento.

La intensidad y frecuencia con la que vivimos ciertas emociones también va creando una forma predominante en nuestra manera de interactuar con el mundo, lo cual ha sido estudiado desde hace décadas por distintas escuelas de psicología.

 

Se han detectado cinco emociones básicas de las cuales se desprenden todas las demás.

 

Dichas emociones son miedo, amor, tristeza, enojo y afecto. A continuación te hablaremos de tres de ellas y cómo podría ayudarte un entorno terapéutico para tu experiencia.

 

Enojo y atención psicológica:

El enojo es una emoción que permite al individuo establecer límites y defenderse de un entorno hostil, como sostiene Muñoz Polit (2009:48) o simplemente alejarse de actividades o personas que no son beneficiosas para su crecimiento personal.

Cuando a lo largo de la vida el enojo ha sido reprimido, la persona se siente incapaz de mantener un espacio vital satisfactorio. Es frecuente que su vida se vea amenazada emocionalmente por la mera interacción con otros, ya que no siente en su interior la fuerza para defenderse.

En este caso existe la posibilidad de que este tipo de personas prefiera entornos con la menor interacción posible y que conscientemente busquen aislarse. Por otro lado, pueden también acceder a realizar acciones que no van de acuerdo con sus creencias o gustos, pero no encuentran una manera de negarse a las peticiones que reciben.

En el polo opuesto, cuando la emoción del enojo ha estado muy presente en la vida de una persona, es posible que sea conocido por tener un carácter fuerte y responder con agresión e incluso abuso en situaciones que tal vez no lo requerían. Dependiendo de su historia, estas personas también pueden cargar con fuertes sentimientos de culpa por haber lastimado a sus seres queridos y que así hayan desarrollado formas de reprimir el enojo. Desafortunadamente estos intentos funcionan por poco tiempo, ya que en ciertas condiciones el enojo reprimido explota, repitiendo el ciclo de enojo, agresión, culpa y represión.

En este caso, sería importante que cada persona encuentre un balance adecuado entre mostrar su enojo para defender su espacio vital y aprender a responder con otras emociones cuando es pertinente.

 

De esta manera, el enojo per se no es negativo, pero sí es muy importante saber cuándo usarlo y en qué situaciones, pues también pueden existir momentos en los que una expresión libre de enojo sea contraproducente.

 

En este caso, la atención psicológica consistirá, como primer paso, en darle a la persona un entorno seguro dentro del cual pueda explorar sus respuestas más conocidas así como animarse a probar nuevas posibilidades, de manera que cuando se encuentre en nuevas situaciones, tenga dentro de su experiencia emocional otras maneras de responder.

 

Tristeza y atención psicológica:

Teniendo muchas causas derivadas de la historia de cada persona, la tristeza es una emoción que todos conocemos de cerca y que de manera general lleva al individuo al recogimiento (Muñoz Polit: 2009:48).

Hay familias en las que la tristeza es aceptada como una emoción que reúne a los miembros de la misma, mientras que en otras se busca sustituirla por enojo hacia la fuente de tristeza o evitando su expresión, lo que puede crear un cuerpo duro y tenso o hasta la abierta desensibilización de la experiencia inmediata.

En el caso de pacientes que han recibido respuestas emocionalmente positivas a la expresión de tristeza, no es raro observar que tienden a sentirse víctimas con mayor facilidad y parecen tener la expectativa de que otra persona (de su familia, su pareja o incluso el propio psicoterapeuta) venga a rescatarles y les muestren “la respuesta” o la salida a la situación que enfrentan en ese momento.

En algunos casos existen creencias limitantes relacionadas a “no poder” con algo o “no saber” cómo enfrentar esa situación.

 

Corporalmente, algunas personas pueden presentar una sensación de debilidad que no necesariamente se corresponde con su constitución física, pero que desde el interior se percibe de manera clara y constante.

 

Por otro lado, a lo largo de su historia las personas que han respondido a la tristeza con evasión o sustituyéndola por otras emociones, parecen tener dificultad para “sentirse”, para comprender su abatimiento o derrota y conectarlo con la respuesta emocional y corporal correspondiente.

En algunos casos el gran riesgo para el paciente de enfrentar su tristeza, radica en la fantasía de que va a quedar devastado y totalmente incapaz de recuperarse, de manera que puede intentar evitar ese momento de manera consciente e inconsciente. No obstante, cuando se permite vivir esta emoción, logra crear un primer balance entre actividad y pasividad, expresión y retraimiento, y sobre todo ser capaz de vivir con mayor cercanía su mundo emocional.

El trabajo psicoterapéutico en el caso de la tristeza buscará el balance que arriba se describe, y aunque cada caso es diferente, podría decir que en general una parte importante del trabajo será la de dar al paciente las herramientas emocionales y corporales que le ayuden a tener certeza de que va a seguir siendo él o ella, cuando la tristeza pase. En otras palabras, que va a poder recuperarse y seguir adelante con su vida.


Miedo y atención psicológica

La tercera emoción de la que hablaremos es el miedo, que es la emoción que nos lleva a cuidarnos o protegernos en nuestra integridad física y emocional (Muñoz Polit, 2009:48).

Cuando una persona vive dominada por sus miedos, es posible que haya tenido una o varias experiencias donde se sintió avasallado por una fuerza externa y que le hizo creer que no era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse al mundo.

En estos casos, es posible que haya mucha incertidumbre y una experiencia de sentirse desvalidos, de manera que responden a ello dejándose “llevar por la corriente” o entablando relaciones de dependencia con otras personas que perciben como más fuertes o capaces.

No obstante, en cualquiera de estas dos situaciones, la persona no estará persiguiendo sus sueños y aspiraciones, sino tomando sólo aquello que no le resulta amenazante o lo que otros le ofrezcan sin que implique demasiado riesgo.

En el polo opuesto podrían encontrarse personas que, habiéndose sentido fuertemente amenazadas, encontraron una manera de sobreponerse a dicha amenaza y de ahí aprendieron a hacerse fuertes, a resistir e incluso retar a quienes pudieran ser una amenaza para ellos, como una forma de defenderse.

 

Si bien estas personas serán mucho más capaces de emprender nuevos retos e ir a lo desconocido, es muy posible que para hacerlo tengan que desensibilizarse del miedo que su organismo les haga sentir frente a ciertas situaciones.

 

El trabajo psicoterapéutico invitará al paciente a explorar aquellas partes de su personalidad que no le son tan conocidas, y en este punto cabe resaltar que sin importar la emoción con la que se esté trabajando en un momento dado, es muy probable que el proceso terapéutico traiga la emoción de miedo en todos los momentos en los que se va a tocar una respuesta emocional desconocida. 

Referencias:

Información tomada de: Aguirre, F. (2017). ¿Cuando es necesario buscar atención psicológica?. Retrieved 24 June 2020, from http://psicologos.mx/cuando-es-necesario-buscar-atencion-psicologica.php

Dra. Jessica Motta (Psicóloga)

“Te brindo atención clínica desde una perspectiva psicoanalítica, tengo experiencia con pacientes con consumo de sustancias psicoactivas y terapia de pareja”.

https://blog.doc-doc.com/psicologia-jessica-motta
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